martes, 24 de febrero de 2015

La importancia del momento Presente

El mayor enemigo del ego es el momento presente, es decir, la vida misma.
El tiempo se ve como una sucesión interminable de momentos, unos "buenos" y otros "malos". Pero si miras con más atención, es decir, más allá de la experiencia inmediata, verás que no es cierto que haya muchos momentos. Descubres que siempre existe solo este momento. La vida es siempre Ahora. Toda tu vida se despliega en este constante Ahora. Hasta los momentos pasados o futuros existen solo cuando tú los recuerdas o prevés, y eso lo haces pensando en ellos en el único momento que existe: este.
Entonces ¿por qué parece que hay muchos momentos? Porque confundimos el momento presente con lo que ocurre, lo confundimos con el contenido. El espacio del Ahora se confunde con lo que ocurre en ese espacio. La confusión del momento presente con su contenido no solo da lugar a la ilusión del tiempo, sino también a la ilusión del ego.




Todo parece estar sometido al tiempo, y sin embargo todo ocurre en el Ahora. Esa es la paradoja. Mires a donde mires, hay abundantes pruebas circunstanciales de la realidad del tiempo: una manzana podrida, tu cara en el espejo del baño comparada con tu cara en una fotografía tomada hace treinta años.., pero nunca encuentras una prueba directa, nunca experiementas el tiempo mismo. Solo experiementas el momento presente, o más bien lo que ocurre en él. Si solo te basas en las pruebas directas, el tiempo no existe y lo único que existe es el Ahora.

Todo lo que es o sucede es la forma que adopta el Ahora. Mientras te resistes a ello en tu interior, la forma (el mundo) es una barrera impenetrable que te separa de lo que eres más allá de la forma, que te separa de la Vida única y sin forma que eres. Cuando das un sí interior a la forma que adopta el Ahora, esa misma forma se convierte en una puerta a lo sin forma. La separación entre el mundo y Dios (creador principal) desaparece.
Si te resistes a lo que ocurre, estás a merced de lo que ocurra, y el mundo determinará tu felicidad e infelicidad.

Casi todos los egos tienen deseos conflictivos. Quieren diferentes cosas en diferentes momentos, e incluso pueden no saber lo que quieren, aparte de que no quieren lo que hay: el momento presente.

Estar sintonizado con lo que hay significa estar en una relación de no resistencia interior a lo que ocurre. Significa no etiquetarlo mentalmente como bueno o malo, sino dejar que sea como es. ¿Quiere esto decir que ya no puedes actuar para introducir cambios en tu vida? Al contrario. Cuando la base de tus actos es la sintonía interna con el momento presente, tus actos adquieren más poder gracias a la inteligencia de la Vida misma.

 Siempre que te sientes ansioso o estresado, es que el propósito exterior ha tomado el mando y tú has perdido de vista tu proposito interior. Has olvidado que tu estado de conciencia es lo primario y todo lo demás es decundario.

¿Por qué surgen la ansiedad, el estrés o la negatividad? Porque has dado la espalda al momento presente. ¿Y por qué has hecho eso? Porque pensaste que alguna otra cosa era más importante. Olvidaste tu propósito principal. Un pequeño error, una falsa percepción, crea un mundo de sufrimiento.

El ego tiene tres maneras de tratar el momento presente: como un medio para un fin, como un obstáculo o como un enemigo.

Cuando reaccionas contra la forma que adopta la Vida en este momento, cuando tratas el Ahora como un medio, un obstáculo o un enemigo, refuerzas tu propia forma de identidad, el ego. De ahí la reactividad del ego. ¿Qué es la reactividad? Hacerse adicto a la reacción. Cuanto más reactivo eres, más te enredas en la forma. Cuanto más te identifiques con la forma, más fuerte se hará el ego. Entonces tu Ser ya no brilla a traves de la forma, o brilla muy débilmente.

La relación más importante de tu vida, la primordial, es tu relación con el Ahora, es decir, lo que es o lo que ocurre. Si tu relación con el Ahora es disfuncional, esa disfunción  se reflejará en toda relación y toda situación que te encuentres. El ego se podría definir simplemente de ese modo: una relación disfuncional con el momento presente. Es en este momento cuando puedes decidir que tipo de relación quieres tener con el momento presente.
"¿Quiero que el momento presente sea mi amigo o mi enemigo?" El momento presente es inseparable de la vida, de modo que en realidad estás decidiendo qué tipo de relación quieres tener con la vida. Una vez que has decidido que quieres que el momento presente sea tu amigo, te toca a ti hacer el primer movimiento: mostrarte amistoso con él, darle la bienvenida sea cual sea el aspecto con el que venga, y pronto notarás los resultados. La vida será amistosa contigo, la gente te ayudará, las circunstancias serán cooperativas. Una sola decisión cambia toda tu realidad. Pero esa decisión tienes que tomarla una y otra y otra vez, hasta que te resulte natural vivir de esa manera.
 La eliminación del tiempo en tu conciencia es la eliminación del ego. Es la única práctica verdaderamente espiritual... Estamos hablando de la eliminación del tiempo psicológico, que es la interminable preocupación de la mente egótica por el pasado y el futuro, y su negativa a hacerse uno con la vida viviendo en sintonía con la inevitable realidad del momento presente.

Cada vez que el habitual no a la vida se convierte en un sí, cada vez que permites que este momento sea como es, disuelves el tiempo y también el ego. Para sobrevivir, el ego tiene que hacer que el tiempo (pasado y futuro) sea más importante que el momento presente.

El tiempo es la dimensión horizontal de la vida, la capa superficial de la realidad. Pero también existe la dimensión vertical de la profundidad, a la que solo puedes acceder por el portal del momento presente.

Por medio del momento presente tienes acceso al poder de la vida misma, a eso que tradicionalmente se ha llamado "Dios". En cuanto le das la espalda, Dios deja de ser una realidad en tu vida, y lo único que te queda es el concepto mental de Dios, en el que algunos creen mientras otros lo niegan. Incluso creer en Dios es un pobre sustituto de la realidad viva de Dios manifestándose en cada momento de tu vida.

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