jueves, 19 de febrero de 2015

¿Quién soy yo?

La verdad básica de quién eres no es "Yo soy esto o yo soy aquello", sino "Yo soy".
Equiparar el "Yo" con el cuerpo físico percibido con los sentidos, el cuerpo destinado a hacerse viejo, marchitarse y morir, siempre conduce al sufrimiento más tarde o más temprano. Abstenerse de identificarse con el cuerpo no significa que haya que descuidarlo, despreciarlo o dejar de ocuparse de él. Si es fuerte, bello o vigoroso, puedes disfrutar y apreciar esos atributos... mientras duren. También se puede mejorar la condición del cuerpo mediante una buena alimentación y ejercicio físico. Si no identificas el cuerpo con lo que eres, cuando se pierda la belleza, disminuya el vigor o el cuerpo quede incapacitado, esto no afectará en modo alguno a tu sentido de lo que vales ni a tu identidad. De hecho, cuando el cuerpo empieza a debilitarse, la dimensión sin forma, la luz de la conciencia, puede brillar con más facilidad a través de la forma que se va desvaneciendo.





El ego surge cuando tu sentido del Ser, de "Yo soy", que es conciencia sin forma, se confunde con la forma. Esta es la consecuencia de la identificación. Es el olvido del Ser, el error primordial, la ilusión de separación absoluta que convierte la realidad en una pesadilla.

El ego es siempre identificación con la forma, buscarte a ti mismo y de ese modo perderte en alguna forma. Las formas no son solo objetos materiales y cuerpos físicos. Más fundamentales que las formas externas -cosas y cuerpos- son las formas de pensamiento que surgen constantemente en el campo de la conciencia.

Eres un ser humano. ¿Qué significa eso? El dominio de la vida no es cuestión de control, sino de encontrar un equilibrio entre lo humano y el Ser. Madre, padre, marido, esposa, joven, viejo, los papeles que desempeñas, las funciones que cumples, cuanto haces..., todo eso pertenece a la dimensión humana. Tiene su lugar y sus necesidades que hay que satisfacer, pero en sí mismo no es suficiente para una relación, una vida plena verdaderamente significativa. Lo humano por sí solo no es nunca suficiente, por mucho que te esfuerces o que logres. Y por otra parte está el Ser. Se encuentra en la presencia inmóvil y alerta de la Conciencia misma, la conciencia que tú eres. Lo humano es forma. El Ser no tiene forma. Lo humano y el Ser no están separados, sino entrelazados.




Cuando te haces consciente del carácter transitorio de todas las formas, tu apego a ellas disminuye y en cierta medida dejas de identificarte con ellas. Estar desapegado no significa que no puedas disfrutar de las cosas buenas que el mundo te ofrece. En realidad, las disfrutas más. Cuando ves y aceptas que todas las cosas son transitorias y que el cambio es inevitable, puedes disfrutar de los placeres del mundo mientras duren, sin miedo a perderlos y sin angustia ante el futuro. Cuando estás desapegado, alcanzas una posición más elevada desde la que contemplar los acontecimientos de tu vida sin quedar atrapado dentro de ellos.

¿Cómo puedes librarte del apego a las cosas? Ni lo intentes. Es imposible. El apego a las cosas desaparece por sí mismo cuando ya no intentas encontrarte a ti mismo en ellas. Mientras tanto, basta con que seas consciente de tu apego a las cosas. A veces puede que no sepas que estás apegado a algo -es decir, identificado con ello-, hasta que lo pierdes o existe peligro de perderlo. Si entonces te irritas, te angustias, etc., es que estás apegado. Si eres consciente de que te identificas con una cosa, la identificación ya no es total. "Soy la conciencia que es consciente de que hay apego." Ese es el comienzo de la transformación de la conciencia.

Cuando contemplas la inmensidad del espacio o escuchas el silencia de las primeras horas del día, justo antes del amanecer, algo dentro de ti resuena con ello como si lo reconociera. Entonces sientes la vasta profundidad del espacio como tu propia profundidad, y sabes que esa preciosa quietud que no tiene forma es mucho más tú que ninguna de las cosas que forman el contenido de tu vida.




La realidad dual del universo, que consta de objetos y espacio (cosas y vacío), se da también en ti. Una vida humana sana, equilibrada y fructífera es una danza entre las dos dimensiones que constituyen la realidad: la forma y el espacio. La mayoría de las personas se sienten tan identificadas con la dimensión de la forma, con las percepciones de los sentidos, los pensamientos y emociones, que en sus vidas falta la importantísima mitad oculta. Su identificación con la forma los mantiene atrapados en el ego.

Así como el espacio permite que existan todas las cosas, y así como sin silencio no podría haber sonido, tú no existirías sin la imprescindible dimensión sin forma que es la esencia de lo que eres. Podríamos llamarla "Dios" si la palabra no se hubiera utilizado tan mal. También podemos llamarla Ser, Creador Principal o como prefiramos. El Ser es anterior a la existencia. La existencia es forma, contenido, "lo que ocurre". La existencia es el primer plano de la vida; el Ser está, como si dijéramos, en el fondo.

La enfermedad  colectiva de la humanidad es que la gente está tan inmersa en lo que ocurre, tan hipnotizada por el mundo de las formas fluctuantes, tan absorta en el contenido de su vida, que se ha olvidado de la esencia, lo que está más allá del contenido, más allá de la forma, más allá del pensamiento. Está tan preocupada por el tiempo que ha olvidado la eternidad, que es su origen, su hogar, su destino. La eternidad es la realidad vida de lo que eres.

Cuando no representas papeles, eso significa que no hay ego en lo que haces. No hay una agenda secundaria: la protección o reforzamiento de tu yo. Como consecuencia, tus actos tienen mucho más poder. Estás totalmente centrado en la situación. Te haces uno con ella. No intentas ser nadie en particular. Eres más poderoso, más eficaz, cuando eres completamente tú mismo.

Renuncia a definirte, para ti o para otros. No morirás. Cobrarás vida. Y no te preocupes por cómo te definen los demás. Cuando te definen se están limitando a sí mismos, de modo que es su problema. Cuando interactúes con otras personas, no estés ahí solo como una función o un papel, sino como un campo de Presencia consciente.

Las personas creen que su felicidad depende de lo que ocurra, es decir, que depende de la forma. No se dan cuenta de que lo que ocurre es la cosa más inestable del universo. Cambia constantemente. Miran el momento presente como si lo hubiera estropeado algo que ha ocurrido y no debería haber ocurrido, o como si le faltara algo que debería haber ocurrido y no ocurrió. Y así se pierden la perfección de fondo que es inherente a la vida misma, una perfección que siempre está ahí, que se encuentra más allá de lo que ocurra o deje de ocurrir, más allá de la forma.
Acepta el momento presente y encuentra la perfección, que es más profunda que ninguna forma e inmune al tiempo.

El gozo del Ser, que es la única felicidad auténtica, no puede llegarte por medio de ninguna forma, posesión, logro, persona o suceso. Por medio de nada de lo que ocurre. Ese gozo no puede llegar a ti, nunca. Emana de la dimensión sin forma que hay dentro de ti, de la conciencia misma y, por lo tanto, es aquello que tú eres.






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